Sánchez José León – La isla de los ho
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- Spanish
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- Sánchez José León
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- Nov 14, 2012
- By:
- zapallo
José León Sánchez tenía apenas 19 años cuando llegó a prisión, acusado de un crimen «espantoso», tanto, que ya en la prisión de la isla de San Lucas, los boteros organizaban tours turísticos que incluían, entre sus atractivos, poder ver «al monstruo de la Basílica». Una parte muy importante de esta vida comenzada en 1930 está señalada por el dolor, el desamparo y la marginalidad. La otra, por el éxito de ser, pese al prejuicio y al menosprecio de muchos de los sectores «académicos», el escritor costarricense más célebre en el extranjero. Ese éxito se concentra en su primera y, pese a todo, más conmovedora de sus obras: La isla de los hombres solos, que este año ha alcanzado la edición número 150 en español, y acerca de la cual se han hecho una película, una telenovela y una tira cómica. La isla de los hombres solos reúne tres tipos diferentes de emoción. La primera es su valor intrínseco, obra de un autor que aprende a escribir casi sin saber qué cosa es la literatura, pero cuyo talento logra un resultado enternecedor, a veces apabullante; la segunda, es la historia del autor, el carácter testimonial de cada una de las palabras que allí se contienen, y que le quitan a uno el resuello; la tercera es la historia misma de la obra, apenas conocida. José León Sánchez la escribió con cabos de lápices diferentes en pedazos del papel que se utiliza en la confección de los sacos del cemento y que los presos usualmente utilizaban como cama. Lo que se narra en las primeras páginas de la novela, era solo el pretexto para contar su propio padecimiento, esa vida suya truncada a los 19 años por una condena de 45 años, que para efectos de la época era una cadena perpetua (se decía que quien llegaba a la isla con una condena superior a cinco años, no saldría de allí sino muerto). En esas páginas José León Sánchez reflejó no sólo su propia experiencia, sino la de todos sus compañeros. De aquellas hojas, escritas con trazos casi ilegibles desde un extremo hasta el otro, se conserva solamente una, que el escritor muestra con esa mirada socarrona, cargada de ironía y buen humor, aunque no puede ocultar esa resaca de dolor que dejan los recuerdos. Igualmente impresionante es cómo este novel escritor pudo haber publicado, con sus propias manos, una obra que hoy ocupa 300 páginas en cualquier edición moderna. Pero la historia no podría ser tan simple. Esa primera edición fue destruida por órdenes del penal, quemada ante el llanto de rabia de su autor. La quema de la primera edición tiene como figura a uno de los personajes más siniestros de los penales de Costa Rica, Graciano Acuña, verdugo implacable. Este individuo, sin embargo, rescató diez ejemplares de la edición mimeografiada, las cuales vendió por centavos. Para gloria de las letras nacionales, uno de esos ejemplares llegó a manos del periodista Joaquín Vargas Gené, quien entonces era Ministro de Justicia, y quien se convirtió en su puente para la inmortalidad.